Conseguir un empleo es fundamental para que las personas con discapacidad puedan sentirse realizadas, ser más independientes y formar parte activa de la sociedad. Esa es una de las principales conclusiones que se extrajeron de la mesa de debate sobre «Empleo y Empresa», enmarcada dentro de la tercera edición de los Encuentros ABC Discapacidad.
«Tener un empleo significa tener mi propia fuente de ingresos y es, además, una manera de sentirme realizada, ya que me permite utilizar las habilidades y conocimientos que he adquirido durante mi formación», explicaba Elena Hall. Además de ser traductora y experta en arte, turismo y humanidades, Elena tiene trastorno del espectro del autismo (TEA), por lo que su ejemplo sirvió para que el público viese de primera mano cómo hay personas con capacidades diferentes y un currículum brillante.
Por otra parte, Elena detallaba que ha podido adaptarse a numerosos trabajos en su carrera laboral, aunque se siente más cómoda «en los que le permiten aprovechar sus conocimientos de idiomas y le den habilidades nuevas». «Prefiero puestos que no requieran demasiado contacto con la gente, soy una persona un poco introvertida, pero eso no me impide haber adquirido habilidades de atención al cliente», aseguraba.
A Elena Hall la acompañaba Moisés Pampín, mediador laboral de Autismo Sevilla, que explicaba que, aunque no es lo más frecuente, sí que existen más casos como el de la joven, con una brillante formación. «Mi labor consiste en abarcar todos los ámbitos dentro del servicio de empleo, desde la relación con la empresa hasta la búsqueda de oportunidades o la formación en el puesto», aseguró, aunque también se encarga de «despertar el interés vocacional desde las primeras etapas». «Le ayudamos a encontrar lo que les gusta», insistió.
Moisés Pampín valoró que se nota «bastante sensibilidad» por parte de las empresas, pero que aún son pocas las que optan por apostar por una persona con Trastorno del Espectro Autista (TEA). «Existe la creencia de que no pueden trabajar, pero ejemplos como el de Elena demuestran que están muy capacitados», aseguraba. «Sí es verdad que, una vez que la empresa se da cuenta de que es el trabajador ideal para el puesto y para unas necesidades concretas, el compromiso y la fidelidad llegan por sí solos».
Otro de los ponentes del encuentro fue Daniel Restrepo, director del Área de Acción Social de la Fundación MAPFRE, que explicó que uno de sus proyectos con más éxito es el programa de empleo «Juntos somos capaces», que realizan en colaboración con la Fundación Konecta y cuyo objetivo es apoyar la integración laboral de personas con discapacidad intelectual y enfermedad mental. «Hemos logrado que, en estos ocho años de andadura, se hayan integrado más de 3.000 personas», afirmaba. Al mismo tiempo, han logrado concienciar a más de las 4.500 empresas adheridas al programa y a otras entidades, como los más de 90 ayuntamientos y 500 organizaciones sociales que también participan en él.
«Las personas con capacidades diferentes aportan una gran riqueza a las empresas, no solo en cuanto a habilidades, sino también en ingredientes fundamentales para una compañía como el compromiso, la fidelidad y la inteligencia emocional», aseguraba Restrepo. Además, detalló que, aunque desde los comienzos del programa, en 2010, sí que se ha notado más concienciación por parte de las empresas, aún «hace falta insistir y superar algunas barreras».
Por su parte, Edurne Álvarez de Mon, responsable de Foro Inserta, de la Fundación ONCE, se mostró de acuerdo en que la implicación de las empresas con las personas con discapacidad ha cambiado. «Han pasado de preguntarse porqué deberían contratar a este tipo de trabajadores a qué se podrían estar perdiendo si no lo hacen», explicaba. «Nuestro trabajo consiste en que las más de 90 multinacionales que forman parte del Foro Inserta, además de escuelas de negocios o cámaras de comercio, se impliquen. Lo que nos gusta transmitirles es que se trata de incorporar profesionales con talento y destacadas cualidades que, además, tienen una discapacidad», afirmaba.
Además, la responsable de Foro Inserta insistió en que, aunque los datos de empleo entre personas con discapacidad han mejorado, y se prevé que sigan haciéndolo, «aún queda mucho camino por recorrer».
En cuanto al tipo de empleo al que acceden las personas con capacidades diferentes y si les es fácil acceder a un empleo cualificado, Edurne Álvarez de Mon reconocía que «sencillo no es para nadie». «No queremos estereotipos, no se trata de que cuando tienes una discapacidad eres muy bueno para un determinado tipo de trabajo, queremos evitar eso a toda costa», reiteraba. «Lo importante es la persona, cada uno tiene sus características y potenciales, aunque sí es cierto que el porcentaje de personas no cualificadas en este colectivo es más alto, pero se debe a que la educación antes no era tan inclusiva», explicaba.
De otro lado, participó en la mesa de debate Conchita Navarro, responsable de RSC de Mutua Madrileña y coordinadora de proyectos sociales de Fundación Mutua Madrileña. «Estamos orgullosos de poder decir que hace años que tenemos a personas con distintas discapacidades incorporadas en nuestra compañía», declaraba, al mismo tiempo que detallaba que la apuesta de Mutua Madrileña es llevar acabo una «inclusión laboral real y normalizada».
Así, Conchita Navarro explicaba que una de las grandes novedades en su empresa es la implementación del currículum anónimo para la inserción laboral de personas con discapacidad. «Entendemos que la discapacidad no tiene por qué ser un factor en la toma de decisiones de una contratación», afirmaba. Por otra parte, en la Fundación Mutua Madrileña colaboran con distintas entidades para fomentar la inserción laboral, la formación y la empleabilidad. «Destinamos 100.000 euros anuales a diferentes proyectos, entre ellos el desarrollo de una aplicación para que personas con discapacidad intelectual puedan acceder a las convocatorias de empleo público y la puesta en marcha de un taller de reciclaje en el que trabajan alrededor de 70 chicos con distintas discapacidades», ampliaba.
La implicación del sector público fue otro de los temas que se trataron durante el debate, y todos los ponentes coincidieron en que es fundamental que el empleo sea inclusivo también desde las administraciones. «Al final es lo que ve todo el mundo, ayuda a concienciar de que hay que dar oportunidades reales», aseguraba Moisés Pampín. Daniel Restrepo, por su parte, explicaba que a través de «Juntos somos capaces» sí se han conseguido muchas contrataciones en diversos ayuntamientos y administraciones regionales.
Además, aprovecharon para pedir la colaboración tanto de las grandes empresas como de las pymes, ya que estas últimas «a veces se muestran más reticentes con el argumento de que su plantilla es muy corta», tal y como afirmó Edurne Álvarez de Mon. No obstante, y a juicio de Moisés Pampín, al final la inclusión de una persona con discapacidad es «más exitosa» en una pequeña empresa, ya que son más cercanos a las entidades que median en la contratación.
En cuanto a las barreras que se encuentra una persona con capacidades diferentes cuando llega a una empresa, destacaron que las actitudinales son las más graves. «Muchas veces son personas que tienen que estar continuamente demostrando su valía, en el momento en el que hay algún fallo se achaca a su discapacidad», reprochaba Pampín.
En referencia a este tema, Conchita recordaba que la normalización «depende de los trabajadores» que van a acompañar a la persona con discapacidad a diario. «Es clave que las empresas que se planteen la inclusión de personas con discapacidad pasen primero por sensibilizar, concienciar y desestigmatizar para que haya una situación lo más normalizada posible. Si el entorno no acompaña, la incorporación probablemente termine en fracaso», aseguraba.
También fueron el foco del debate la situación de las mujeres con discapacidad, aún más difícil dentro del colectivo y que son objeto de campañas como la del Foro Inserta, denominada «Pasa del No al On», y las personas con discapacidad provenientes de entornos rurales, donde la inserción laboral es más complicada que en los entornos urbanos.
El apoyo de las familias que, afirmó Daniel Restrepo, «a veces, y sin quererlo, frenan la inclusión laboral de la persona con discapacidad por miedo», es otra de los factores determinantes para conseguir que todo el mundo acceda a un puesto de trabajo. En el caso de Elena Hall, según explicó, la opinión de sus padres siempre ha sido positiva. «Mis padres me apoyaron mucho, al igual que mis amigos y los compañeros que he ido conociendo en los distintos puestos de trabajo», afirmó.
Y, por último, se puso sobre la mesa cómo actúan las distintas entidades en el caso de que la contratación no tenga éxito. «En ese momento toca hacer rescate emocional, que vuelvan a creer en sí mismo y sigan teniendo ganas de buscar empleo», explicaba Moisés Pampín, que reconocía que esto es fundamental con personas con TEA, ya que tienen un círculo de apoyo más reducido y pueden caer en el desánimo.
Por su parte, Daniel Restrepo recordaba que «el contacto con las entidades es clave para que el proceso termine favorablemente», algo en lo que Conchita Navarro se mostraba de acuerdo y Edurne Álvarez de Mon detallaba que en el Foro Inserta «se hace una mejora de la empleabilidad para que pueda volver a optar a otro puesto de trabajo». «Nosotros tratamos de hacer ajustes razonables con las empresas para que la gente supere el periodo de prueba con éxito, tratamos de negociar y hablar con los equipos para enseñarle cuestiones sobre cómo tratar a personas con discapacidad, por ejemplo, entre otras cuestiones para hacer más fácil que se adapten», resumía Álvarez de Mon.