Educación

Apoyo y accesibilidad para una educación inclusiva

Las oficinas de atención a las personas con discapacidad, la formación del profesorado y la adaptabilidad del entorno físico y tecnológico son fundamentales para avanzar.
De izquierda a derecha: Mercedes Camacho, Héctor Cuenca, Ana Belén Andreu, Raquel Correa y María Puspoll

De izquierda a derecha: Mercedes Camacho, Héctor Cuenca, Ana Belén Andreu, Raquel Correa y María Puspoll.

El apoyo al estudiante con discapacidad y la accesibilidad a nivel físico y tecnológico son las bases sobre las que se tiene que asentar la educación de las personas con capacidades diferentes. Esa es una de las conclusiones a las que llegaron los ponentes en la mesa redonda de Educación de los Encuentros ABC Discapacidad, organizados con la colaboración de la Fundación Konecta y el patrocinio de Clece y Fundación Persán.

«Únicamente el 55% de los encuestados consideran que no hay problemas de accesibilidad en el entorno universitario»
Raquel Correa

Ana Belén Andreu, técnico del centro de atención a universitarios con discapacidad (UNIDIS) de la UNED, explicó que el departamento, dependiente del vicerrectorado de estudiantes y formado por un equipo multidisciplinar, «trabaja para la igualdad de oportunidades de los estudiantes con discapacidad ». «Nuestra labor es facilitar los estudios a las 8.000 personas con capacidades diferentes que estudian en la UNED. De ellos, 2.500 solicitan adaptaciones», afirma Andreu que, además, es discapacitada y estudiante de doctorado en la propia universidad.

Desde Unidis se encargan de las adaptaciones en el desarrollo de los exámenes, de llevar a cabo acciones formativas y de sensibilización, coordinar una red de voluntariado y facilitar la empleabilidad de los alumnos una encaminados a acabar con las barreras físicas, de las que cada vez hay menos, y tecnológicas», detalla Ana Belén Andreu.

Mentores del mundo laboral

Por su parte, Raquel Correa, del área de Empleo y Educación Inclusiva de la Fundación Universia, especializada en el ámbito universitario, afirmó que las labores de la entidad son «promover la investigación, la educación superior y el empleo de las personas con discapacidad ». Para ello tienen dos programas, uno dirigido a la igualdad de oportunidades y otro destinado a proporcionar prácticas profesionales a los alumnos.

«Los estudiantes quieren tener las ideas claras cuando finalicen la carrera, para lo que le ofrecemos el Programa Mentory, donde empleados voluntarios de distintas compañías les orientan para que puedan incorporarse al mercado laboral cuanto antes», explicó Correa. En cuanto al inglés, en la Fundación Universia han concedido en el último curso 50 licencias de recursos online de inglés a estudiantes con discapacidad «para que trabajen el conocimiento del idioma de manera online y a su ritmo». Las becas Capacita, para fomentar el progreso y la movilidad, las becas de máster o el Programa Incluye, para hacer prácticas en empresas, son otras de las opciones que ofrecen en la Fundación Universia.

La experiencia de Héctor

Invitados durante la mesa redonda de Educación

«Desde pequeño me he esforzado por conseguir una educación inclusiva en León, donde nací, y donde podía hacerlo gracias a la ayuda de mis padres y amigos. Sin embargo, cuando me tocó ir a la universidad empezaron las trabas y problemas», desveló Héctor Cuervo, universitario con discapacidad. «Tenía dos opciones, rendirme o seguir buscando, y encontré el Colegio Mayor Juan Luis Vives».

El joven relató al resto de ponentes que se trata del único colegio mayor de España que tiene un nivel completo de adaptación a través de un proyecto de vida independiente para sus miembros. «La habitación y las zonas comunes son accesibles y la parte estrella del proyecto es que, mediante una compensación económica, te facilitan que tengas un asistente personal si lo necesitas», explicó.

Aunque Héctor, estudiante de informática, se mostró satisfecho por poder estudiar en una ciudad que no es la suya y hacerlo a través de la normalización, sí que reconoció que su caso «es un oasis del que pocas personas disfrutan ». «Mi meta es dar a conocer el Colegio Mayor Juan Luis Vives y su proyecto para que la gente vea que hay posibilidades», insistió.

Programa para la integración

Otra de las ponentes del encuentro fue Mercedes Camacho, jefa de Acción Social y Cooperación al Desarrollo de la Fundación Cajasol, entidad que desarrolla su actividad en tres ámbitos: acción social, cultural y emprendimiento. «En cuanto a la discapacidad, desde hace seis años tenemos un programa educativo dirigido a centros de Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla en el que se utilizan la cultura y otras áreas de conocimiento como desarrollo para favorecer la integración», detalló.

«Es muy enriquecedor para los centros que participan en nuestro proyecto el intercambio de experiencias y vivir la diversidad dentro de una actividad educativa. En total, son más de 20.000 alumnos los que forman parte de esta iniciativa a lo largo del curso escolar.

La Fundación Cajasol también tiene una estrecha relación con el movimiento asociativo y está presente en el Programa Incorpora, que trabaja para favorecer la integración laboral de colectivos vulnerables, incluido el de las personas con discapacidad. «El trabajo con las entidades sociales es fundamental para encontrar a las personas adecuadas para los puestos que se requieren», afirmó Camacho.

La alternativa del autoempleo

María Ruspoli, jefa de Acción Social, Patrocinio y Mecenazgo de OHL manifestó que el principal objetivo del programa de acción social de la empresa es fomentar la integración laboral de personas vulnerables. «Favorecemos iniciativas como talleres que hacen los propios empleados de la empresa para mejorar habilidades o programas en los que personas con discapacidad hacen formación con prácticas en OHL», detalló.

Además, este año tienen como novedad un programa centrado en el autoempleo como alternativa para las personas con discapacidad. «Es la tercera vía para completar nuestro plan, además del empleo directo y las acciones para formar y sensibilizar. Por ello, iniciamos la colaboración con la Fundación Konecta y, a través de su Cátedra de Emprendimiento para personas con discapacidad, que desarrolla en colaboración con la Universidad Rey Juan Carlos, donde damos formación para que adquieran las habilidades que les permitan montar su propia empresa y desarrollar su plan de negocios». Para ello, aseguró María Ruspoli, se les ofrecen distintos recursos como mentorización o cursos especializados.

Las barreras

Uno de los puntos que más se trataron fue la existencia de barreras en la universidad para las personas con discapacidad. Ana Belén Andreu opinó que lo más difícil «son las adaptaciones para la evaluación que tienen que hacer los equipos docentes». «Cuando se propone una adaptación suele considerarse una injusticia, y eso es una barrera psicológica y actitudinal», insistió.

«Hay buenas intenciones, pero aún falta conocimiento y formación»
Raquel Correa

Raquel Correa hizo referencia al III Estudio de Universidad y Discapacidad elaborado por la Fundación Universia, en el que participaron 55 universidades españolas y más de 500 universitarios y en el que el 55% de los encuestados consideran que no hay problemas de accesibilidad en el entorno universitario. «También llama la atención que el 48% afirma que los profesores desconocen su discapacidad. Eso es clave, que los profesores reciban formación sobre las discapacidades intelectuales», afirmó Raquel Correa. En la Fundación tienen, además, un banco de productos de apoyo específico para poder prestarlos a los estudiantes que necesitan adaptaciones, «uno de los programas que mas se necesitan». «Queda mucho trabajo que hacer, que el 45% de los estudiantes digan que la universidad no es accesible significa que aún hay que avanzar mucho», insistió Raquel Correa.

Héctor Cuervo, a partir de su propia experiencia, hizo hincapié en que «las universidades españolas suelen estar a las afueras y llegar a ellas, para algunas personas con discapacidad, es muy difícil». A eso se le suma, afirmó, «lo complicado que es encontrar alojamiento accesible». «Muchos compañeros se echan atrás por el hecho de que pueden hacer un ciclo formativo en el instituto al lado de casa pero llegar al campus universitario les supone un problema», dijo Héctor, que es el único estudiante con discapacidad de su facultad que ha continuado curso tras curso.

Mercedes Camacho puso el foco sobre la diferencia entre las distintas etapas educativas. «El proceso de integración se ha mejorado mucho en la educación primaria, las escuelas son cada vez más inclusivas. Sin embargo, el paso a secundaria es complicado, aún queda mucho por trabajar y hay que incidir en el perfil y la actitud del profesorado», sentenció.

Y, después de la universidad, llega el momento de buscar hueco en el mercado laboral. «Muchas veces, a pesar de que queremos buscar perfiles de personas con discapacidad, no los encontramos y eso es un problema», confesaba María Ruspoli, que consideró «que el autoempleo es una alternativa muy buena al final de la formación».

Los idiomas y el extranjero

En cuanto a otro de los temas candentes en la actualidad universitaria, el nivel de idiomas, Ana Belén Andreu explicó que «la evaluación está descontextualizada». «No se le puede pedir a una persona sorda, por ejemplo, a la que le cuesta asimilar su lengua materna, que aprenda otra lengua y la pronuncie perfectamente », aunque incide en que esta misma persona «sí estaría preparada para adquirir el nivel escrito». «Hay que calificar por competencias y eso es algo que aún se está trabajando », aseguró. Y, en relación a las becas Erasmus, cada vez son más los que se atreven ya que, según datos de la Fundación Universia, se ha multiplicado por diez el número de estudiantes que se van a otros países a través de este programa.

Una buena actitud por parte del entorno universitario, y también del laboral, son fundamentales para que una persona con discapacidad desarrolle sus estudios y tareas con normalidad. Según Raquel Correa, en la universidad «hay buenas intenciones», pero aún falta «conocimiento y formación». Y, en el trabajo, María Ruspoli explicó que en OHL trabajan «la sensibilización previa cuando incorporamos a personas con capacidades diferentes ». «Mucha gente se acerca con desconocimiento y miedo a las actividades que organizamos, pero no es rechazo», afirma. Además, consideró, al igual que el resto de ponentes, que «la sensibilización tiene que empezar en los colegios».

La opinión de los expertos

Ana Belén Andreu, técnico del centro de atención a universitarios con discapacidad (UNIDIS) de la UNED
Cuando se propone una adaptación suele considerarse una injusticia, y eso es una barrera psicológica y actitudinal
Raquel Correa, miembro del área de Empleo y Educación Inclusiva de la Fundación Universia.
Que el 45% de los estudiantes digan que la universidad no es accesible significa que aún hay que avanzar mucho.
Héctor Cuervo, estudiante de Informática de la Universidad Autónoma de Madrid.
Muchos se echan atrás por que pueden hacer un ciclo formativo en el instituto al lado de casa pero llegar al campus les supone un problema.
Mercedes Camacho, jefa de Acción Social y Cooperación al Desarrollo de la Fundación Cajasol.
Aún queda mucho por trabajar y hay que incidir en el perfil y la actitud del profesorado.
María Ruspoli, jefa de Acción Social, Patrocinio y Mecenazgo de OHL.
En OHL apostamos por la sensibilización previa y la realización de talleres para mejorar habilidades o programas de formación con prácticas.